viernes, 31 de diciembre de 2010

2010, ¿un año para el olvido?

Cuántos desastres naturales importantes se produjeron en el año que hoy finalmente está terminando?

El terremoto de Haití, el Terremoto de Chile, ¿y otros? Si, en Turquía, México, China, Irán, entre otros.

Se recuerda de la erupción del volcán de Islandia -el Eyjafjällajokull- que detuvo el tráfico áereo en gran parte de Europa.

Luego el derrame del Golfo de México, uno de los mayores -sino el mayor- de la historia. Cuántos meses se estuvo derramando petróleo en el mar?.

También ocurrio el derrame de una balsa que contenía residuos de aluminio en Hungria.

Los incendios forestales inmensos ocurrido en Rusia y otros países. Recuerde que Bolivia debio pedir ayuda internacional para los incendios lo mismo que ocurrió con Israel.

Las inundaciones en Pakistan que dejaron millones de danmificados, y que hoy mismo están ocurriendo en Australia.

Las lluvias intensas de Colombia, Brasil y Ecuador, que además ocasionaron deslizamientos de laderas que causaron muchas victimas fatales.

Todos esos desastres y muchos más dejan millones de danmificados, cientos de miles de fallecidos y heridos, y daños materiales inmensos en los países afectados.

Tenemos esperanzas que el año 2011, sea un poco menos destructivo que el 2010. Pero de todas formas debemos estar preparados para una o más emergencias, natural o de origen humano.

La prevención y autoprotección son las mejores armas para ello y estamos trabajando para que las organizaciones -públicas o privadas- accedan a software de excelente calidad, destinados a la planificación que se debe desarrollar para hacer frente a emergencias.

¿Podrá incluso considerarse como una omisión negligente el no trabajar en dicha planificación?

Sólo el tiempo tiene la respuesta. Pero si asi fuera y no se hace nada, los resultados nuevamente nos mostrarán la triste realidad.

El año 2010 entonces no es un año para el olvido, por supuesto que no. Es un gran año para obtener las lecciones que nos pueden enseñar como debemos trabajar -en intensidad y calidad- con la finalidad de proteger primero nuestra integridad, a nuestra familia, y a la sociedad completa.

Los bienes a pesar del daño recibido pueden repararse o reconstruirse, ¿pero una vida?

editor

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