En estos días Chile está sufriendo de los rigores de la naturaleza, fuertes e intensas lluvias, las nevadas más importantes en décadas en la zona austral, temporales de vientos, temperaturas muy bajas y sismos a cada instante. Recién se ha sentido uno muy fuerte en la zona Norte.
También en estos precisos instantes en Valparaíso, se desata un fuerte temporal de viento.
Para todas estas situaciones y muchas otras que espero no se produzcan, se debe desarrollar un plan de emergencias de protección civil. He visto con preocupación como se han desarrollado varios simulacros de terremotos y maremotos en los últimos días.
No quiero decir que eso esté mal. Lo que deseo transmitir es que existen muchos otros riesgos -y la naturaleza nos está mostrando eso- sobre los cuales se debe mantener una constante preocupación. Por ejemplo ya pronto me imagino se deberá comenzar a trabajar para enfrentar los incendios forestales del próximo Verano, que considerando lo que está ocurriendo en Europa, es posible que también tengamos altas temperaturas, que faciiten entre otras situaciones, esos incendios.
Existen algunos otros riesgos de origen natural que podrían afectar a algunas ciudades, como por ejemplo una erupción volcanica, pero con la experiencia del volcán Chaitén, creo que podría enfrentarse bien.
Sin embargo también existen los riesgos de origen antropicos, esto es, los causados por la actividad humana, y afortunadamente no se han tenido accidentes de esa indole que lamentar, y algunos ejemplos pueden ser accidentes tóxicos, incendios industriales, explosiones y otros de similares características, y sobre ellos no he escuchado de simulacros algunos.
Resumiendo, son decenas aquellos riesgos sobre los cuales cada comuna debe trabajar en su propio plan de emergencias de protección civil, para proteger en defintiva a la población. Pero el trabajo debe realizarse ya, no esperar a que se produzcan las desgracias para efectuar el trabajo.
No estoy para nada de acuerdo con todas las personas que han dicho que Chile no estaba preparado para un sismo 8,8 Richter, ya que en el año 1960, sufrimos uno de 9.5 y maremoto asociado, y el Estado debió estar preparado para uno similar, no uno menor. Ya teniamos esa trágica experiencia, y a la luz de las consecuencias no se aprendió ninguna lección. Espero que la Comisión de Desastres Naturales de la H. Cámara de Diputados al menos indique aquello.
Debemos estar preparados para enfrentar las peores de las situaciones, no la mejores.
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