viernes, 9 de septiembre de 2016

Cuando no se tienen argumentos legales valederos,

algunas personas optan por las descalificaciones personales, esa es una situación que una y otra vez se conoce y repite en los condominios.
Todas las discusiones debieran ser técnicas, con el administrador, con los integrantes del comité de administración y en las asambleas, pero muchas veces quienes no tienen argumentos valederos, prefieren seguir un camino retorcido, y comenzar con las descalificaciones personales incluyendo imputaciones de acciones que nunca han sucedido.
¿Quienes son las personas que comienzan con las imputaciones personales?
Obviamente quienes han trasgredido la confianza que en alguna oportunidad la asamblea les confió al elegirlos en un comité de administración o el propio administrador, que actuando en sentido totalmente opuesto para el que fue designado, actúa en contra de los intereses de los copropietarios.
Hoy en la mañana me llamó una copropietaria de un condminio en el cual se han cometido varias irregularidades que luego ni el administrador ni el comité de administración asumen la responsabilidad, y me comentaba de algunas actuaciones que iban en contra de su legitimo derecho a conversar con terceras personas, y en donde el Administrador mediante el uso de un megáfono, le llamaba la atención por dicha conversación, y en donde el mismo administrador, graba a escondidas las conversaciones que sostiene con los copropietarios, para luego, si es pertinente, comentarlo con terceras personas.
Las personas que tienen la razón deben apegarse estrictamente a las normas legales y no salir de allí, mantener en un terreno técnico y legal cualquier discusión, ya que quienes se defienden con otro tipo de argumentos, carecen de la razón legal, ya que si asi fuera, sería su primer argumento en defensa de sus actuaciones.
Pero por supuesto, cuando les conviene acuden a la legislación, pero cuando no, a las descalificaciones personales, son ellos el verdadero cáncer de los condominios y por quienes todos luego deben pagar, literalmente, las consecuencias que se reflejan en los gastos comunes.
  

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