Se ha dormido para nosotros Juan Pablo Segundo.
Ha nacido a la vida eterna.
Creo sinceramente que somos testigos privilegiados de la vida y obra de S. S. Juan Pablo II, un verdadero gigante de la paz y el amor en nuestra época.
Pasarán muchos años para que olvidemos el cariño que profesamos a la persona del Papa que acaba de fallecer.
Lo importante no es haberse emocionado con su venida a Chile y sus recuerdos, y ahora con su dolorosa partida.
Lo verdaderamente importante es seguir desde hoy sus enseñanzas, seguir su palabra, sus actos y su ejemplo.
Le he pedido a la Santisima Virgen de Guadalupe, que recoja con amor el alma de su Santidad y lo presente a nuestro Señor Jesucristo y vivir así a la diestra de Dios eternamente.
Deseo compartir con los lectores el dolor por la muerte de Juan Pablo II, la tranquilidad por el fin de sus sufrimientos y la alegría por el descanso eterno de su alma junto a Dios.
domingo, 3 de abril de 2005
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