La noche del apagón estaba con mis hijos y luego de producirse el corte del suninistro eléctrico salimos al balcón a mirar la ciudad, que estaba naturalmente a oscuras.
Pero eso no me llamó la atención. Lo que si me llamó la atención es la gran cantidad de estrellas que pudimos apreciar, y que son todas las que dejamos de ver cada día a consecuencia de la luminocidad de las ciudades.
Era un espectaculo francamente impresionante, una inmensa cantidad de estrellas y la mancha de estrellas que señalan la vía láctea. Ayer hice el mismo ejercicio y apenas se divisaban unas pocas estrellas, la Cruz del Sur y unas pocas más.
Fue una buena consecuencia del apagón. Mirar en medio de la ciudad tantas estrellas.
Sin embargo, en mi juventud, pasé varias veces el desierto de noche, y allí si que se ven muchas estrellas, por cierto muchas más de aquellas que vimos la pasada noche. Es un espactaculo que debieran ver todas las personas, una situación que nos hace reflexionar profundamente sobre la existencia del ser humano y de la vida estraterrestre. Nosotros estamos al borde de toda esa inmensa masa de soles, que es la vía láctea.
Con razón entonces podemos comprender como nuestro país se ha convertido en un líder en la observación astronomica.
Aún cuando no fuera por la ocurrencia de un nuevo apagín, espero que otra vez pueda ver un espectaculo como las estrellas de la noche pasada, y desde el balcón del hogar.
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