Eso fue lo que declaró el Ministro de Salud, por al parecer, una leve mejora en la cantidad de personas contagiadas.
Si un día tengo 5.000 personas contagiadas y otro 4.800 o incluso un poco menos, por favor, no hablen ni siquiera una sola sílaba de cantar vitoria. Ni siquiera debiera responder una consulta de esa naturaleza.
Durante los meses anteriores, cada cierto tiempo, se trataba de señalar que se estaba -por decirlo de alguna manera- derrotando al virus, y miren en lo que estamos metido.
En el momento en que se pueda informar que no existen contagiados y menos personas fallecidas, y que se hayan sobrepasado algunos rebrotes, para lo cual falta muchísimo tiempo, recién se podrá decir que el trabajo se ha terminado.
Pero hablar de éxito o de victoria, con los miles de fallecidos que se contarán, me parece fuera de lugar, un despropósito.
A estas alturas, no hablemos tampoco de derrotas. Solamente se debe tratar que el dolor no sea para otras tantas miles de familias.
Desafortunadamente, ahora hablamos de cifrás, pero esos números representan personas, y los fallecidos fueron padres, abuelos, hijos, madres, hermanos, sueños truncados, cuyas vidas no debieron terminar de esta manera.
Pero terminaron así.
Por respeto a las personas fallecidas, no debiera hablarse de éxito o victoria.
Por respeto a los cientos de miles de trabajadores de la Salud, de las Fuerzas Armadas y Carabineros, de la PDI, de las Municipalidades y decenas de otros organismos que han trabajado luchando contra el virus, tampoco se debe hablar de fracaso.
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